Desde la década de los 50, cuando don Aurelio Fabregat abrió por primera vez nuestras puertas, hemos tejido una historia reluciente en el mundo de la joyería y la relojería. Enclavados en el centro neurálgico de la ciudad de Teruel, somos mucho más que una joyería; somos artesanos de sueños, portadores de emociones inmortalizadas en piedras preciosas y metales exquisitos.